Cuando subir de peso se
convierte en una necesidad
Si bien cuando se trata de afecciones oncológicas o infecciosas, la delgadez constituye uno de los primeros síntomas, en otros casos se trata de una característica orgánica y genética que nada tiene que ver con la presencia de una enfermedad.
Si bien cuando se trata de afecciones oncológicas o infecciosas, la delgadez constituye uno de los primeros síntomas, en otros casos se trata de una característica orgánica y genética que nada tiene que ver con la presencia de una enfermedad.
En una época donde las revistas y los programas de televisión marcan tendencia, hay una gran cantidad de jóvenes, la mayoría de ellas mujeres, que trata de alcanzar el que supuestamente es el ideal de belleza.
Teniendo en cuenta el contexto sociocultural en el cual la delgadez extrema es el parámetro a seguir, resulta extraño -o al menos llamativo- encontrar una persona que necesite aumentar algunos kilos. Sin embargo, tal como sucede con la obesidad, el bajo peso genera una serie de problemas entre los que se encuentran el riesgo aumentado de sufrir osteoporosis.
Dentro del amplio espectro de pacientes que deberían engordar, existen variantes, dado que hay adelgazados sanos, o enfermos que necesitan ganar kilos. Asimismo, mientras algunas afecciones se caracterizan por el descenso de peso, en otras éste es sólo uno más de los síntomas.
Detalles
“La delgadez constitucional, es decir aquella que padecen quienes presentan un Índice de Masa Corporal (IMC) por debajo de los 19 kilogramos por metro cuadrado, es característica de una persona sana y no está asociada a ningún trastorno o enfermedad asociada a la desnutrición. A los pacientes que presentan esta característica no les falta ni calcio ni vitaminas, y tampoco están anémicos. Ellos se encuentran sanos y simplemente provienen de una familia constituida bajo estos parámetros genéticos, lo que genera que les resulte muy simple perder peso”, expresó la doctora Susana Gutt, médica nutricionista, jefa de la sección Nutrición del servicio de Clínica Médica del Hospital Italiano de Buenos Aires (HIBA).
Sin embargo, según los dichos de la especialista, quien también se desempeña como miembro titular de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN), “por lo general en su etapa aguda, las enfermedades oncológicas o las infecciosas, entre las que se destacan el SIDA, la hepatitis o la mononucleósis, suelen manifestarse a través de la pérdida de peso. De manera que, en estos casos, hay que estar muy atentos porque, descartando a los pacientes hospitalizados que suelen bajar algunos kilos, hay pacientes ambulatorios que descienden mucho de peso”.
En los casos en que la delgadez es considerada un indicador de la presencia de determinada enfermedad como por ejemplo el cáncer, el tratamiento apunta a mejorar el estado general del paciente, haciendo hincapié en la necesidad de cuidarse a fin de evitar que contraiga virus, infecciones o que, debido a la falta de alimento, pueda caer en un estado de debilitamiento.
¿Trastorno de alimentación?
Cuando el descenso de peso es el tema central de una afección, siempre existe, igualmente, un desequilibrio de la parte psíquica y hormonal que se está manifestando a través del cese de la ingesta de alimentos.
Si bien la bulimia y la anorexia son los trastornos de la alimentación más reconocidos, de acuerdo con la doctora Marcela Paz, médica pediatra y de adolescentes, coordinadora del Servicio de Trastornos de la Alimentación del Área de Pediatría del Hospital Italiano de Buenos Aires (HIBA), “no sólo los pacientes diagnosticados con anorexia necesitan subir de peso porque existen otras condiciones que, por diversos motivos, no a configurar este cuadro pero igualmente necesitan el mismo tipo de tratamiento”.
No obstante, aun en esas ocasiones, es importante abordar la afección en forma completa recurriendo a un nutrido equipo de profesionales de diversas áreas: “Por más que no se haya llegado a la anorexia, hay que trabajar en conjunto: tanto los médicos nutricionistas como los psiquiatras, los psicólogos y la familia deben aunar esfuerzos para intentar frenar el agravamiento del cuadro”, detalló la especialista.
Otro de los puntos a tener en cuenta con respecto a la puesta en marcha del tratamiento es el manejo del tiempo. “Si se tiene en cuenta que una persona que llegó a padecer un trastorno de la alimentación y se encuentra muy por debajo de su peso, lo hizo como consecuencia de su negativa a comer, hay que tener extremo cuidado al momento de administrar el alimento, y hacerlo enfatizando que eso es lo normal. Cuando un paciente con anorexia o bulimia comienza a tratarse no se lo sobrealimenta, sino que progresivamente se le da la cantidad de alimento que debería haber consumido en una situación regular”, consignó la doctora Paz.
En este sentido, la doctora Gutt añadió que“el tratamiento debe ser muy cuidadoso. No olvidemos que cuando aparecen la bulimia o la anorexia se trata de un síntoma que pone de manifiesto otras cuestiones que exceden el descenso de peso. Además, quien está acostumbrado a comer poco y a evitar los alimentos de alto contenido calórico, encuentra muy difícil digerir ese tipo de comida”.
Aunque no existe un plan único para aumentar de peso, una de las claves es consumir mayor cantidad de calorías que las que se queman. También es importante comer entre cinco y seis veces por día, esparciendo las comidas a lo largo del día para evitar la sensación de saciedad.
El plan
Respecto del aporte nutricional, el pan, los cereales, las pastas y los productos saludables tales como la leche, el queso y el yogur, están entre los preferidos, mientras que el maní, las nueces y las frutas secas aportan una gran cantidad de calorías.
Basándose en el estudio de la situación en la que se encuentra el paciente, la forma de implementar el tratamiento varía. En caso que no exista necesidad de internación, el abordaje de la enfermedad se realiza en forma ambulatoria adquiriendo especial relevancia la familia como “brazo ejecutor” de las decisiones implementadas por el equipo médico.
“Cuando, como consecuencia de complicaciones clínicas, el paciente debe ser internado, suele recurrirse a la administración de suplementos a través de una sonda naso gástrica que puedan contribuir a cumplir con la cuota nutricional. Por supuesto que hay que procurar evitar llegar a ese punto”, acentuó la doctora Paz.
Finalmente, la doctora Gutt reflexionó acerca de otro de los males de la Argentina: la combinación de desnutrición y malnutrición que sufren, en todos los puntos de nuestro territorio miles de chicos y grandes.
“La falta de acceso al alimentos es un problema de salud pero también socioeconómico que se manifiesta a través de dos condiciones igualmente graves: la obesidad y la mal nutrición. Quienes carecen de recursos suelen alimentarse en base a panificados, azúcares y grasas logrando un aumento de peso considerable, acompañado de un pésimo nivel de nutrición caracterizado principalmente por la falta de vitaminas”, concluyó la profesional.
Teniendo en cuenta el contexto sociocultural en el cual la delgadez extrema es el parámetro a seguir, resulta extraño -o al menos llamativo- encontrar una persona que necesite aumentar algunos kilos. Sin embargo, tal como sucede con la obesidad, el bajo peso genera una serie de problemas entre los que se encuentran el riesgo aumentado de sufrir osteoporosis.
Dentro del amplio espectro de pacientes que deberían engordar, existen variantes, dado que hay adelgazados sanos, o enfermos que necesitan ganar kilos. Asimismo, mientras algunas afecciones se caracterizan por el descenso de peso, en otras éste es sólo uno más de los síntomas.
Detalles
“La delgadez constitucional, es decir aquella que padecen quienes presentan un Índice de Masa Corporal (IMC) por debajo de los 19 kilogramos por metro cuadrado, es característica de una persona sana y no está asociada a ningún trastorno o enfermedad asociada a la desnutrición. A los pacientes que presentan esta característica no les falta ni calcio ni vitaminas, y tampoco están anémicos. Ellos se encuentran sanos y simplemente provienen de una familia constituida bajo estos parámetros genéticos, lo que genera que les resulte muy simple perder peso”, expresó la doctora Susana Gutt, médica nutricionista, jefa de la sección Nutrición del servicio de Clínica Médica del Hospital Italiano de Buenos Aires (HIBA).
Sin embargo, según los dichos de la especialista, quien también se desempeña como miembro titular de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN), “por lo general en su etapa aguda, las enfermedades oncológicas o las infecciosas, entre las que se destacan el SIDA, la hepatitis o la mononucleósis, suelen manifestarse a través de la pérdida de peso. De manera que, en estos casos, hay que estar muy atentos porque, descartando a los pacientes hospitalizados que suelen bajar algunos kilos, hay pacientes ambulatorios que descienden mucho de peso”.
En los casos en que la delgadez es considerada un indicador de la presencia de determinada enfermedad como por ejemplo el cáncer, el tratamiento apunta a mejorar el estado general del paciente, haciendo hincapié en la necesidad de cuidarse a fin de evitar que contraiga virus, infecciones o que, debido a la falta de alimento, pueda caer en un estado de debilitamiento.
¿Trastorno de alimentación?
Cuando el descenso de peso es el tema central de una afección, siempre existe, igualmente, un desequilibrio de la parte psíquica y hormonal que se está manifestando a través del cese de la ingesta de alimentos.
Si bien la bulimia y la anorexia son los trastornos de la alimentación más reconocidos, de acuerdo con la doctora Marcela Paz, médica pediatra y de adolescentes, coordinadora del Servicio de Trastornos de la Alimentación del Área de Pediatría del Hospital Italiano de Buenos Aires (HIBA), “no sólo los pacientes diagnosticados con anorexia necesitan subir de peso porque existen otras condiciones que, por diversos motivos, no a configurar este cuadro pero igualmente necesitan el mismo tipo de tratamiento”.
No obstante, aun en esas ocasiones, es importante abordar la afección en forma completa recurriendo a un nutrido equipo de profesionales de diversas áreas: “Por más que no se haya llegado a la anorexia, hay que trabajar en conjunto: tanto los médicos nutricionistas como los psiquiatras, los psicólogos y la familia deben aunar esfuerzos para intentar frenar el agravamiento del cuadro”, detalló la especialista.
Otro de los puntos a tener en cuenta con respecto a la puesta en marcha del tratamiento es el manejo del tiempo. “Si se tiene en cuenta que una persona que llegó a padecer un trastorno de la alimentación y se encuentra muy por debajo de su peso, lo hizo como consecuencia de su negativa a comer, hay que tener extremo cuidado al momento de administrar el alimento, y hacerlo enfatizando que eso es lo normal. Cuando un paciente con anorexia o bulimia comienza a tratarse no se lo sobrealimenta, sino que progresivamente se le da la cantidad de alimento que debería haber consumido en una situación regular”, consignó la doctora Paz.
En este sentido, la doctora Gutt añadió que“el tratamiento debe ser muy cuidadoso. No olvidemos que cuando aparecen la bulimia o la anorexia se trata de un síntoma que pone de manifiesto otras cuestiones que exceden el descenso de peso. Además, quien está acostumbrado a comer poco y a evitar los alimentos de alto contenido calórico, encuentra muy difícil digerir ese tipo de comida”.
Aunque no existe un plan único para aumentar de peso, una de las claves es consumir mayor cantidad de calorías que las que se queman. También es importante comer entre cinco y seis veces por día, esparciendo las comidas a lo largo del día para evitar la sensación de saciedad.
El plan
Respecto del aporte nutricional, el pan, los cereales, las pastas y los productos saludables tales como la leche, el queso y el yogur, están entre los preferidos, mientras que el maní, las nueces y las frutas secas aportan una gran cantidad de calorías.
Basándose en el estudio de la situación en la que se encuentra el paciente, la forma de implementar el tratamiento varía. En caso que no exista necesidad de internación, el abordaje de la enfermedad se realiza en forma ambulatoria adquiriendo especial relevancia la familia como “brazo ejecutor” de las decisiones implementadas por el equipo médico.
“Cuando, como consecuencia de complicaciones clínicas, el paciente debe ser internado, suele recurrirse a la administración de suplementos a través de una sonda naso gástrica que puedan contribuir a cumplir con la cuota nutricional. Por supuesto que hay que procurar evitar llegar a ese punto”, acentuó la doctora Paz.
Finalmente, la doctora Gutt reflexionó acerca de otro de los males de la Argentina: la combinación de desnutrición y malnutrición que sufren, en todos los puntos de nuestro territorio miles de chicos y grandes.
“La falta de acceso al alimentos es un problema de salud pero también socioeconómico que se manifiesta a través de dos condiciones igualmente graves: la obesidad y la mal nutrición. Quienes carecen de recursos suelen alimentarse en base a panificados, azúcares y grasas logrando un aumento de peso considerable, acompañado de un pésimo nivel de nutrición caracterizado principalmente por la falta de vitaminas”, concluyó la profesional.
Para mayor información:
- Sociedad Argentina de Nutrición (SAN): http://www.sanutricion.org.ar
- Sociedad Argentina de Pediatría (SAP): http://www.sap.org.ar