“La incapacidad de desempeñar roles sociales significativos, debido a un cuadro de espasticidad, afecta la calidad de vida de una persona, y es ahí donde toma fundamental importancia el proceso de rehabilitación motora”, dijo la licenciada Lorena Degue, terapista ocupacional de la Clínica de Espasticidad del FLENI.
En realidad, se trata de un desorden motor caracterizado por un aumento exagerado en los reflejos de estiramiento que se traduce en una resistencia muscular. Su origen puede estar en lesiones ocurridas en el sistema nervioso central, a nivel cerebral o medular.
Este cuadro puede implicar sólo una molestia o puede provocar un grado de discapacidad que interfiere en la destreza y habilidad de la persona para realizar sus actividades y le impide desenvolverse en forma independiente en tareas básicas tales como vestirse y alimentarse y en tareas más complejas como manejarse en la vía pública y/o trabajar.
El objetivo de un plan de rehabilitación es el de disminuir el impacto que provoca, facilitando la restauración de la capacidad funcional del paciente para que pueda involucrarse eficazmente en sus ocupaciones.
El proceso
El abordaje de terapia ocupacional y kinesiología juegan un rol muy importante en el proceso de rehabilitación de estos pacientes. Una vez que se han agotado los recursos terapéuticos (como terapias convencionales, equipamiento, adecuado posicionamiento y medicación oral, entre otros) y estos no han sido efectivos, se suele recurrir al botox como alternativa terapéutica, aunque hay profesionales que no avalan tan firmemente esta opción. Se diferencian tres etapas durante el tratamiento con este medicamento:
1. Antes de la toxina: el desempeño ocupacional, que involucra la capacidad de elegir, organizar y desarrollar de forma satisfactoria actividades significativas, es el objetivo principal de evaluación y tratamiento desde la perspectiva de terapia ocupacional: “Es por ello que la evaluación inicial debe estar orientada a indagar acerca de cuáles son los roles ocupacionales del paciente, sus intereses y actividades significativas”, explicó la especialista.
En esta etapa, es clave la participación activa del paciente y/o la familia, a fin de delimitar cuáles son las actividades que el paciente prioriza mejorar en su tratamiento. Si la presencia de espasticidad provoca limitaciones en el desempeño ocupacional del paciente, se decide la aplicación de botox y, en forma conjunta, se plantean los objetivos finales del tratamiento, que varían en relación al nivel de espasticidad.
2. La aplicación: el día de la aplicación de la toxina el especialista evalúa en conjunto con el médico el impacto que causa la afección en el desempeño ocupacional del paciente. Esta información se obtiene en función de los intereses planteados por la persona en la etapa inicial y a la funcionalidad objetivada mediante las evaluaciones. De esta manera en forma conjunta se seleccionan los músculos a ser tratados.
3. Post aplicación: luego de las 72 horas de realizada la aplicación se debe complementar el tratamiento mediante terapia física y terapia ocupacional, que está orientada a perseguir los objetivos planteados en una primera instancia por el paciente.
Considerando que el control motor surge de la interacción entre el individuo, la tarea y el ambiente es clave para el paciente trabajar en contexto real y con actividades concretas para facilitar la reeducación motora de los músculos tratados.
“A lo largo de todo el proceso de evaluación y tratamiento contamos con diferentes herramientas tales como: la confección del equipamiento específico para el paciente con el fin de mantener rangos articulares, corregir deformidades y facilitar la función. Es importante también educar al paciente, familia y cuidadores acerca de la importancia del uso de los mismos, tiempo de uso y modalidad” concluyó la especialista Dengue.
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Carla Perego / carla.perego@bm.com