15 diciembre 2006

MÁS PREVENCION

Al dolor de espalda lo
sufre el 90% de la gente

El dolor de espalda es, sin dudas, uno de los dolores epidemiológicamente más frecuentes. Las estadísticas marcan que puede alcanzar al 90% de la población. Las causas son muchas: trabajos físicos constantes y esfuerzos desmedidos, algunos que conllevan desviaciones de la columna. Y también es habitual en embarazadas.

Pero, además, las personas que deben permanecer mucho tiempo sentadas –caso típico del trabajador que está frente a una PC, por ejemplo- también están expuestas a esos dolores de columna.

Los dolores relacionados con la columna pueden ubicarse en la zona cervical, a la altura del cuello y cabeza; en las vértebras dorsales (esto es la parte media del tronco) y las lumbares ubicadas en la zona baja de columna.

Si bien la columna vertebral puede ser asiento de múltiples patologías que provocarán dolores, las alteraciones de la postura o el modo de uso cotidiano anormal, es la causa más frecuente de dolores referidos a la columna, siguiéndole en frecuencia las enfermedades del disco intervertebral.

LOS TIPOS DE DOLOR

* AGUDO: cuando se presenta de manera brusca con intensidad elevada. Suele ser el resultado directo de un esfuerzo. Según la intensidad del esfuerzo puede producirse lesiones en los músculos de la espalda. Durante la época estival, la causa más frecuente de dolores es el enfriamiento brusco sufrido por el uso de aparatos de aire acondicionado y ventiladores, que sufren las personas pasando de lugares cálidos a lugares muy refrigerados.

* CRONICO: es el dolor que aparece de una manera recurrente, de intensidad moderada, más relacionado con enfermedades discales, artrósicas o reumáticas.

LA PREVENCIÓN ES POSIBLE

Una rutina que incluya una dieta sana, ejercicios para tonificar y fortificar los músculos, y la toma de conciencia sobre la importancia de los movimientos adecuados y posturas convenientes pueden prevenir o minimizar los riesgos de padecer dolor de espalda.

13 diciembre 2006

PREVENCION

Prevenir el golpe de calor
y las quemaduras del sol

El golpe de calor puede afectar a personas de cualquier edad, en especial a los niños -que no manifiestan sus síntomas con facilidad- y mayores de 65 años.
Por eso es primordial tener en cuenta dos aspectos importantes a los que se debe prestar atención: la hidratación y la nutrición.

SINTOMAS

Los principales síntomas son: dolor de cabeza; vértigos; náuseas; confusión; convulsiones y pérdida de conciencia; piel enrojecida, caliente y seca; respiración y pulso débil, y elevada temperatura corporal, entre 41 y 42 grados centígrados.

Ante la aparición de los síntomas se debe trasladar al afectado a un lugar a la sombra, fresco y tranquilo; hacer que mantenga la cabeza un poco alta, intentar refrescarlo mojándole la ropa, aplicarle hielo en la cabeza, darle de beber agua fresca o un poco salada, y solicitar ayuda médica

QUE HACER

Dado que no existe un tratamiento farmacológico contra el golpe de calor, siguen vigentes las medidas preventivas clásicas como: aumentar el consumo de líquidos, en todos los momentos del día, para mantener una hidratación adecuada; evitar las bebidas alcohólicas o muy azucaradas; evitar comidas muy abundantes; ingerir verduras y frutas; no exponerse al sol en exceso ni en horas centrales del día -entre las 10 y las 16 hs.-; reducir la actividad física; usar ropa ligera, holgada y de colores claros; sombrero, anteojos oscuros y permanecer en espacios ventilados o acondicionados.

QUEMADURAS

Respecto de las quemaduras por exposición a los rayos de sol: los posibles daños varían de acuerdo con los horarios, la latitud, integridad de la capa de ozono que filtra la radiación y a ciertos factores de riesgo personales, como color de piel blanca, pecosa, y ojos claros. Se recomiendan las cremas con pantalla solar con factor de protección 15 o más.

También inciden los antecedentes personales o familiares de cáncer de piel o melanoma; presencia de gran número de lunares, algunos congénitos y otros adquiridos a partir de la adolescencia con características atípicas o “raras”.

Es recomendable un control con el dermatólogo cada año y cada tres o seis meses si hubiera antecedentes de cáncer de piel o el médico lo indicase.