13 diciembre 2006

PREVENCION

Prevenir el golpe de calor
y las quemaduras del sol

El golpe de calor puede afectar a personas de cualquier edad, en especial a los niños -que no manifiestan sus síntomas con facilidad- y mayores de 65 años.
Por eso es primordial tener en cuenta dos aspectos importantes a los que se debe prestar atención: la hidratación y la nutrición.

SINTOMAS

Los principales síntomas son: dolor de cabeza; vértigos; náuseas; confusión; convulsiones y pérdida de conciencia; piel enrojecida, caliente y seca; respiración y pulso débil, y elevada temperatura corporal, entre 41 y 42 grados centígrados.

Ante la aparición de los síntomas se debe trasladar al afectado a un lugar a la sombra, fresco y tranquilo; hacer que mantenga la cabeza un poco alta, intentar refrescarlo mojándole la ropa, aplicarle hielo en la cabeza, darle de beber agua fresca o un poco salada, y solicitar ayuda médica

QUE HACER

Dado que no existe un tratamiento farmacológico contra el golpe de calor, siguen vigentes las medidas preventivas clásicas como: aumentar el consumo de líquidos, en todos los momentos del día, para mantener una hidratación adecuada; evitar las bebidas alcohólicas o muy azucaradas; evitar comidas muy abundantes; ingerir verduras y frutas; no exponerse al sol en exceso ni en horas centrales del día -entre las 10 y las 16 hs.-; reducir la actividad física; usar ropa ligera, holgada y de colores claros; sombrero, anteojos oscuros y permanecer en espacios ventilados o acondicionados.

QUEMADURAS

Respecto de las quemaduras por exposición a los rayos de sol: los posibles daños varían de acuerdo con los horarios, la latitud, integridad de la capa de ozono que filtra la radiación y a ciertos factores de riesgo personales, como color de piel blanca, pecosa, y ojos claros. Se recomiendan las cremas con pantalla solar con factor de protección 15 o más.

También inciden los antecedentes personales o familiares de cáncer de piel o melanoma; presencia de gran número de lunares, algunos congénitos y otros adquiridos a partir de la adolescencia con características atípicas o “raras”.

Es recomendable un control con el dermatólogo cada año y cada tres o seis meses si hubiera antecedentes de cáncer de piel o el médico lo indicase.