06 agosto 2007

¿El uso del chupete es bueno o malo?
Se trata de una costumbre con mucho tiempo de existencia, aceptada culturalmente y arraigada firmemente en nuestra sociedad. Conozca las opiniones de los especialistas.

Durante décadas se ha cuestionado el uso del chupete por ser un factor de confusión para el bebé en el adecuado reconocimiento del pezón, más aún si es introducido tempranamente. Este desconcierto, según diferentes autores, puede atentar contra la lactancia materna.
También el chupete, en uso prolongado, predispone a alteraciones en la dentición, otitis y otras infecciones por ser transporte de microorganismos a la boca del bebé.
De todas maneras, durante los últimos años, a pesar que no se discuten los riesgos expresados, se ha encontrado un uso que impacta favorablemente sobre el Síndrome de Muerte Súbita Infantil (SMSL).
Entre las 11 recomendaciones de la Asociación Americana de Pediatría, publicadas recientemente, incluye la consideración de ofrecer el chupete a los lactantes menores de un año en el momento de dormir (tanto por la noche como en las siestas).

Explicaciones

Todos los estudios científicos observan que el “efecto protector” del chupete se obtiene en el sueño que se inicia usándolo, mientras que sólo algunos, y en menor magnitud, lo sostienen por el uso habitual.
Es decir, si es usuario habitual, pero no lo utiliza en la noche, disminuiría o incluso desaparecería tal efecto protector. Actuaría de similar manera que un “cinturón de seguridad”, que protege si se usa en el viaje “del accidente”, aunque en este caso quizás provea cierta protección por haberlo usado antes.
Este hallazgo ha sido confirmado en estudios anteriores y posteriores a la recomendación de dormir boca arriba, por lo que sus resultados son más generalizables.
Otros grupos científicos permanecen cautos sobre el punto en cuestión (recomendar o no el chupete), a la espera de nuevos estudios que avalen o refuten lo expuesto por la entidad norteamericana.

A modo de reflexión

Usted probablemente luego de leer estas líneas se preguntará, al fin y con toda razón: ¿Debo usar o no usar el chupete con mi bebé?
Según la Sociedad Argentina de Pediatría “debe primar el sentido común, la evidencia científica y estar atentos a las novedades que surjan sobre el tema”.
No parece descabellado lo que también indica la prestigiosa Asociación Americana de Pediatría, siempre y cuando no sea tomada como una vía libre para el uso continuo y prolongado del chupete.
Países como Holanda y Alemania también adoptan una postura similar con respecto al uso del chupete.
En pocas palabras, asegurar la lactancia materna es un factor fundamental y mucho más importante que la incorporación temprana del chupete.
Pero una vez instaurado adecuadamente, disminuidos los riesgos de confusión con el pezón, usándolo sólo durante los periodos de sueño, sin necesidad de volverlo a colocar si se cae, retirándolo a lo sumo a los 12 meses de vida y no obligando al bebé para su uso, resulta una opción que -a la fecha- nadie puede objetar completamente.
En Argentina, el Grupo de Muerte Súbita de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) expresó que en ciertos países no se debe recomendar aún el uso del chupete como factor de prevención del SMSL y si alentar la lactancia materna exclusiva durante los primeros 6 meses de vida de los niños.
Como verá este es un tema muy interesante para conversar con el pediatra, conocer su opinión y tomar una decisión en conjunto, pero siempre una vez que esté asegurada la lactancia materna, sin confusiones y sin forzar a un bebé para que acepte un chupete.

5 Recomendaciones importantes

1 - En niños con lactancia materna: ofrecer el chupete a partir de que se establezca claramente la lactancia (generalmente tras el primer mes de vida).
2 - En niños con lactancia adaptada: ofrecer el chupete desde el/los primeros días de vida.
3 - No es necesario volver a colocar el chupete si se cae durante el sueño.
4 - No untarlo en soluciones dulces.
5 - Retirarlo al llegar el año de edad.

Cómo elegir al Pediatra

A los padres les corresponde disfrutar de sus hijos: acompañarlos, verlos crecer y madurar, jugar con ellos, darles ánimo, quererlos y recibir su cariño, pero inevitablemente van a pasar momentos de preocupación por su bienestar.
Estos pueden ser los momentos en que presenta fiebre, o un resfrío, o llanto imparable, pero también está la preocupación por saber qué es lo mejor para su niño sano, para su crianza, su alimentación y para la prevención de enfermedades. Para acompañar en estas dudas la familia puede (y debe) elegir correctamente a un pediatra.

¿Qué hay que saber?

- Antecedentes Académicos: saber dónde se formó, en que institución, durante cuánto tiempo, etc. En general los colegios médicos hacen esta averiguación, y sólo por mérito dan la matrícula de cada especialidad.
- Pero, suele pasar que algunos médicos se anuncien como médicos de niños, aún como pediatras y como neonatólogos por el simple hecho de hacerlo hace años o por ser dueños de una institución, sin la matrícula de especialista correspondiente.
- Actualmente las entidades de Pediatría dan título de especialista a quienes acreditan formación con niños y rinden un examen oral y escrito eliminatorio.
- Disponibilidad Horaria: saber cuándo y dónde atiende, si se lo encuentra por las noches y los fines de semana. Los niños no se enferman en horario de consultorio, lo hacen en cualquier momento.
- Relación con la Familia: saber que un conocido se siente muy a gusto con un pediatra no garantiza que con todos suceda igual. La prueba definitiva va a ser el paso final, consultar y ver si surge una relación como uno desearía con su pediatra (no todos los médicos son como la familia espera, no todas las familias son como el médico espera).




Fuente consultada: Sociedad Argentina de Pediatría